Hoy es un buen día para volver a ver “El perro negro”.
Ver
que cada día es más chiquito. Y enorgullecerme de ello.
Hoy por fin siento que estoy avanzando.
Hoy por fin comprendo la frase de Jesús en el
evangelio de Juan que dice
“he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia”.
Y me abrazo a ella, y me abrazo a él.
A un Dios que es fiel, que no abandona jamás.
Y que incluso en las noches más oscuras aparece ahí, como una brisa suave que
me acaricia.
Y trato de aferrarme fuerte a la vida. Con todos sus
traspiés. Con sus sin sabores.
Con cada obstáculo, atravesando cada noche
oscura,
sabiendo que por fin pasará y volverá a salir el sol.
Tratando de aprender que quedan muchas más noches,
pero que
siempre habrá nuevos amaneceres.
Y que ningún hombre es una isla.
Y que Dios ha
cuidado cada detalle y ha puesto a cada uno en su lugar.
Hoy doy gracias por
los amigos que la vida me dio,
por mi familia, que redescubro día a día,
gracias por los que han estado y están a mi lado, en distintas formas,
todos
mostrándome un único Jesús amoroso.
Aunque muchos no entiendan, aunque muchos
no sepan que hacer.
Si les sirve de consuelo, yo tampoco.
Pero estoy aprendiendo
que con el tiempo todo tiene su lugar,
aunque uno no comprenda.
Un nuevo aniversario me sorprende de una
manera hermosa.
Con cosas nuevas, con nuevos proyectos, con ganas, con vida.
Con una vida que se va llenando de cosas más mías.
Con una vida que se va llenando de vida.
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